Los grandes compositores clásicos son las estrellas de rock… de ahora (I)

 
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Las notas de Beethoven, Holst, Tchaikovsky, Prokófiev, Músorgski y Wagner siguen sonando como si no hubiera pasado el tiempo convertidas en riffs contundentes de Metallica y Sepultura, en versiones para la pista de baile e incluso a ritmo de ska


No es extraño leer aquello de que los compositores de música clásica fueron las grandes estrellas de rock de su época… pero también lo siguen siendo de la actualidad. Y aunque parezca que todo eso de sinfonía, sonata, suite y réquiem sean cosas del pasado, están muy presentes en la música actual. Porque todas esas notas y compases que forman parte del inconsciente colectivo (hemos escuchado la mayor parte de la obra de Beethoven, Mozart y Bach aunque no haya sido intencionalmente, principalmente en anuncios y bandas sonoras, y no sepamos el nombre de las piezas) han reaparecido siglos después ya sea convertidas en un potente riff de guitarra de Metallica o de Muse, como pequeños guiños en vídeos de Beyoncé, Lady Gaga y Kanye West, en la base sobre la que rapea Eminem o incluso transformadas en versiones electrónicas o bailonas para la película ‘Fiebre del sábado noche’.

Y es que muchos de los códigos habituales en la música moderna ya existían siglos atrás, porque las canciones actuales nacieron en realidad hace cientos de años. El ‘Canon en re mayor’ de Pachelbel, o mejor dicho, la versión universalizada por el director francés Jean-François Paillard, de finales de los años 60 (mucho más lenta que la original, con tono romántico –perfecta para bodas– y con añadidos de cosecha propia, puesto que la original cayó prácticamente en el olvido), es una melodía relativamente simple (aunque con las variaciones se va haciendo más compleja) y repetitiva. Y lo es tanto que al final uno acaba tarareándola aunque no quiera, con esa progresión de acordes –re mayor, la mayor, si menor, fa# menor, sol mayor, re mayor, sol mayor y la mayor– que es la madre de numerosísimas canciones de las últimas décadas, desde ‘Basket Case’, de Green Day, a ‘Cryin’, de Aerosmith; ‘Go West’ de Village People y Pet Shop Boys; ‘Ladies and gentlemen we are floating in space’, de Spiritualized; ‘Don’t look back in anger’, de Oasis; ‘Let it be’, de The Beatles; ‘With or without you’, de U2, y ‘No woman no cry’, de Bob Marley, por citar solo algunas de las más conocidas.

Pero más allá de Pachelbel, queremos recopilar todas aquellas canciones de grandes grupos y solistas que cuentan con elementos de las mejores obras de los compositores clásicos (utilizando ‘clásico’ de forma genérica, sin importar si son barrocos, modernos o románticos) –en algunas no aparecen en los créditos (quizás porque no hay que pagar derechos de autor al ser de dominio público) ni nadie lo reconoció explícitamente, pero es evidente y Who Sampled así lo demuestra–, ya sean reconstrucciones, versiones en otros estilos, ‘samples’ o simplemente guiños. Y lo haremos en dos partes. La primera, protagonizada por Beethoven, Holst, Tchaikovsky, Prokófiev, Músorgski y Wagner.

 

Ludwig van Beethoven

 
 

Hablar de Ludwig van Beethoven (1770-1827) es hacerlo no solo de la gran figura de la transición entre el clasicismo y el romanticismo, sino del compositor más universal y el mejor de la historia (habrá quien lo discuta y prefiera a otros), gracias sobre todo a sus nueve sinfonías, aunque también dejó grandes obras para piano (‘Para Elisa’) y música de cámara. El principio de la Quinta sinfonía, probablemente la obra más interpretada por las orquestas, con esas inmortales cuatro notas (sol-sol-sol-mi/fa-fa-fa-re) recurrentes a lo largo de toda la pieza, que venían a simbolizar la llamada del destino a tu puerta, es el fragmento más conocido de música clásica y parecía evidente que las canciones modernas hicieran uso de él. La versión más famosa es ‘A fifth of Beethoven’, de Walter Murphy. Se trata de una canción discotequera-funky con mucho ‘flow’ que incluso alcanzó el número uno en la lista de ‘singles’ de Estados Unidos en 1976 y que aparece en la película ‘Fiebre del sábado noche’ (aparte de en muchos anuncios).

 
 

Otra de las canciones más conocidas es ‘Roll over Beethoven’ (1973), de la Electric Light Orchestra (ELO), que mezcla elementos del tema original, un éxito de Chuck Berry de los años 50, con referencias al compositor alemán a través de cuerdas y sintetizadores.

Pero a pesar de la popularidad de la Quinta sinfonía, la más homenajeada a lo largo de la historia es la Novena, y casi en todos los estilos. La más completa es una del grupo de metal brasileño Sepultura, titulada ‘Ludwig Van’ (2009), en la que a su habitual contundencia sonora añaden elementos sinfónicos.

El resto de bandas optan por rendir tributo al segundo movimiento o al cuarto. Dentro del segundo (Scherzo), ese que tanto le gustaba al psicópata que protagoniza ‘La naranja mecánica’, la versión, o reinvención, más sobresaliente es la del grupo de electrónica británico UNKLE, que en su canción ‘Trouble in paradise (Variation on a theme)’ de 2008 se atreve a hacer una reconstrucción sonora de la pieza, con un resultado más que interesante. El tema se hizo famoso al ser incluido en un conocido anuncio de BMW en el Reino Unido, aparte de ser habitual en sus conciertos como introducción. También es curioso el tributo de Apocalyptica en ‘Path in life’ (2013), al ser en un disco en directo de homenaje a Richard Wagner.

 
 

Pero el más copiado, versionado y ‘sampleado’ es el cuarto movimiento, en el que aparece la famosa ‘Oda a la alegría’, la musicalización que Beethoven hizo de una obra escrita por el poeta alemán Friedrich von Schiller. Obviamente, no podía faltar en la lista la versión de Miguel Ríos, con su ‘Himno de la alegría’ (1970), que incluso se convirtió en un éxito internacional, pero también uno de los guitarristas más míticos, Ritchie Blackmore, que con una de sus bandas, Rainbow (fue uno de los fundadores de Deep Purple y autor del riff de ‘Smoke on the water’), hizo sonar este himno con las seis cuerdas en ‘Difficult to cure’ (1981). Menos inspirados estuvieron New Order en ‘Ode to Joy’ (1982), en una versión electrónica de la que es difícil escuchar más allá de 20 segundos. No es tan evidente, pero el tema también está presente en ‘Road to joy’, de Bright Eyes (2005), con tintes folk, y en la canción ‘My name is Jack’ (1969), de Manfred Mann.

 

Y aunque se trató de algo puntual durante un concierto, uno de los mejores guiños a la ‘Oda a la alegría’ lo hizo Oasis en 2008, en su actuación dentro de la programación especial del BBC Electric Proms, en el que contaron con un coro –Crouch End Festival Chorus– para algunos de sus temas más famosos y que, durante la interpretación de la banda de Mánchester de su mítica versión de ‘I am the walrus’, de The Beatles, cantaron la letra de la pieza en la parte más psicodélica de la canción, haciendo una mezcla curiosa que suena muy bien.

 
 

Y además de la Quinta y la Novena, uno de los pasajes más famosos de la Séptima (el tema principal del segundo movimiento-Allegretto, que el día de su estreno en Viena, allá por 1813, tuvo que repetirse varias veces ante el clamor del público) también aparece en la introducción de la canción ‘Exposition/We Can Work It Out’ (1968) de Deep Purple (con Ritchie Blackmore a la guitarra), ese que tanto emociona al maestro Herbert von Karajan en el vídeo, porque realmente pone la piel de gallina con ese sonido de marcha fúnebre, y que representaba, según interpretan muchos expertos, el final de Napoleón.

Y para acabar, en lo que se refiere a su producción para piano, el rapero Nas se atrevió con el ‘Para elisa’ (Für Elise) en su canción ‘I can’, de 2002; los rockeros Kiss con el segundo movimiento de la sonata nº8 ‘Patética’ en ‘Great expectations’ (1978), al igual que Billy Joel en ‘This night’ (1983), mientras que el primero aparece en ‘Impossible’ (1997), de Wu-Tang Clan.

 

Gustav Holst

 
 

Si Beethoven es un compositor que ha sido una gran inspiración para todo tipo de géneros, a las bandas de metal y rock les va mucho más el estilo del británico Gustav Holst (1874-1934). Su obra más conocida, ‘Los Planetas’, estrenada en 1918, es una escucha obligatoria para todos los amantes de la música clásica, además de la principal fuente de la que beben bandas sonoras míticas como ‘La guerra de las galaxias’, ‘Gladiator’ (‘The Gladiator waltz’ es una copia casi exacta de la melodía, en la que solo cambia el ritmo), ‘Conan’, ‘Superman’, ‘El señor de los anillos’... Los dos movimientos más famosos de la suite (en total son siete, uno por cada planeta conocido, porque entonces no se había descubierto el posteriormente descartado Plutón), ‘Marte’ y ‘Júpiter’, son los que más han sonado a lo largo de los años.

‘Marte’, que lleva el subtítulo de ‘El portador de la guerra’, como clara pista para el oyente de lo que iba a escuchar, se acabó tan solo unos meses antes del inicio de la Primera Guerra Mundial y es, sin duda, la mejor banda sonora para el fin del mundo o para perderse en el infinito del universo. Por ese motivo, numerosas bandas de metal y rock han empleado como riff el inicio de la obra, en el que se invoca al mismísimo dios de la guerra.

 

El homenaje más evidente es ‘Am I evil?’ (1980), de Diamond Head, cuya introducción, con ese ritmo marcial característico que marca la caja, similar al de ‘Marte’ (la obra de Holst es en un poco habitual 5/4), y con la guitarra emulando el sonido apocalíptico de los instrumentos de viento metal. La canción se hizo más famosa gracias a la versión que Metallica incluyó en su disco ‘Garage Inc’ (1998), aunque previamente publicada como cara B de ‘Creeping death’ en 1984, y que a lo largo de los años ha tocado en numerosos conciertos. De hecho, en ‘The Big Four: Live from Sofia’, en 2010, se hizo un homenaje a la canción con miembros de Metallica, Anthrax, Slayer y Megadeth tocándola sobre el escenario.  

 
 

El grupo King Crimson, en su canción instrumental llamada ‘The devil's triangle’ (1970), también cuenta con influencias claras de ‘Marte’ (en directo tocaron su propia versión del movimiento, pero no la grabaron en ningún disco de estudio), al igual que Judas Priest en ‘War’ (2008), Led Zeppelin en ‘Friends’ (1970) y Black Sabbath en ‘Black sabbath’ (1970) y ‘Children of the Grave’ (1971), por citar algunas de las bandas más conocidas.

En el caso de Emerson, Lake & Powell (el bajista, Greg Lake, fue miembro de King Crimson), grabó directamente una versión en 1986 de la pieza adaptada a su estilo de rock progresivo, es decir, solo tres músicos y mucho sintetizador.

 
 

En cuanto a ‘Júpiter’ (‘El portador de la alegría’), Manfred Mann's Earth Band empleó varias de sus melodías más bonitas para la canción ‘Joybringer’ (1973). Por último, la banda sueca de death metal Aeon reinterpretó, a su manera, ‘Neptuno’ en ‘Neptune the mystic’ (2012), sin nada de la mística del original y con doble bombo y tralla para dar y regalar en poco más de un minuto.

 

Piotr Illich Tchaikovsky

 
 

La Madre Rusia no podía faltar en un recopilatorio de música clásica. El primer autor soviético a destacar es Piotr Illich Tchaikovsky (1840-1893), uno de los compositores románticos por excelencia, cuya vida estuvo marcada por su condición de homosexual (posible causa de que acabara suicidándose bebiendo intencionadamente agua del río Nerva durante una epidemia de cólera en San Petersburgo), algo que nunca reconoció públicamente, aunque existen cartas que así lo atestiguan (las autoridades rusas aún se aferran a que no hay pruebas), en una época en la que eran severamente perseguidos en su patria. Llegó hasta el extremo del matrimonio para acallar los rumores.

A nivel musical, gracias a la belleza de sus melodías y el sentimentalismo (en ocasiones excesivo, según le critican), es de los más conocidos por el gran público, especialmente por ballets como ‘El lago de los cisnes’, ‘La bella durmiente’ y ‘El cascanueces’, la ‘Obertura 1812’, la obertura-fantasía ‘Romeo y Julieta’ y sus sinfonías, como por ejemplo la nº4, de la que aparece un brevísimo fragmento del principio del último movimiento en los primeros segundos de una de las mejores canciones de la historia, ‘Wish you were here’ (1975), de Pink Floyd (es la música clásica que parece como si sonara en la radio hasta que cambia de dial y arranca la guitarra de la canción).

 

Y es que Tchaikovsky es más de pequeños homenajes en canciones, como por ejemplo los que hizo en los años 70 Rush en ‘2112’ de la ‘Obertura 1812’ (la melodía principal de los metales suena en un punteo de la guitarra), esa que incluye fragmentos de La Marsellesa y que suena apoteósica en películas como ‘V de Vendetta’ al hacer explotar el Parlamento británico, y previamente, en 1967, The Moves en el riff de guitarra y la línea del bajo de su éxito ‘Night of fear’; y Deep Purple de ‘Romeo y Julieta’ en ‘Exposition/We Can Work It Out’ (1968), aparte del ya mencionado de la ‘Sinfonía nº 7’ de Beethoven.

 
 

Aunque la obra más versionada, con poco acierto, aunque eso es cuestión de gustos, es ‘El lago de los cines’, ya sea a través del ska de Madness (1979) o el power metal sinfónico de la banda española Dark Moor (2009). Beyoncé también la usó para la introducción de su videoclip ‘Sorry’ (2016) y Clint Mansell como base para la banda sonora de ‘Cisne negro’ (2010), lo que hizo que no pudiera ser candidato en los Oscar. Y entre sus obras más tristes, la melodía del piano de ‘La muñeca enferma’ parece ser la inspiración de una cara B, ‘Host’ (1999), del grupo británico Muse. La introducción es prácticamente igual. Y esa no es la única similitud entre la banda de Matt Bellamy y el compositor ruso, ya que el teclado de la canción ‘Hoodoo’ (2006) es muy similar al ‘Concierto para piano nº 1’.

 

Serguéi Prokófiev

 
 

Serguéi Serguéievich Prokófiev (1891-1953), nacido en Ucrania, se convirtió en uno de los principales compositores del siglo XX, aunque con muchos vaivenes dentro de la cultura musical soviética (vivió casi dos décadas en Occidente y se casó con la cantante española Lina Llubera) por el control férreo y la censura que Stalin ejercía sobre el arte, un personaje histórico con quien, curiosamente, comparte la fecha de su muerte, el 5 de marzo de 1953 (nadie se enteró de la del músico hasta transcurridos varios días y apenas hubo flores en su funeral, todas eran para el dictador).

De su obra, sobresalen el cuento sinfónico ‘Pedro y el lobo’ y el ballet ‘Romeo y Julieta’, donde aparece el fragmento que más nos interesa. Ese es la majestuosa, y a la vez inquietante, ‘Danza de los caballeros’, famosa por esos acordes pesadísimos de los vientos metales que marcan el ritmo a una melodía interpretada por las cuerdas para amenizar la fiesta en la que se conocen Romeo y Julieta, y que sirve como presagio para la tragedia posterior. Un tema que Robbie Williams ‘samplea’ en su canción ‘Party like a russian’ (2016), que Muse utilizó como introducción en su multitudinario doble concierto en el estadio de Wembley en 2007 y que fue transformado en rock progresivo de la mano de Emerson, Lake & Palmer (1992).

 
 
 

El cantante y bajista de la banda, Greg Lake, también incorporó pasajes de ‘Troika’, perteneciente a ‘El teniente Kijé’, una obra que Prokófiev compuso como acompañamiento de la película del mismo nombre para cumplir el encargo que recibió de la Unión Soviética, en su canción ‘I believe in father Christmas’ (1975).

Sting hizo lo mismo con ‘Romance’, también de ‘El teniente Kijé’, para su canción ‘Russians’ (1985). Y Metallica decidió incluir en la segunda parte de su disco ‘S/M’ el segundo movimiento de la ‘Suite escita’ (creada a partir de un ballet descartado y que recibió críticas en su día por alejarse de la línea nacionalista), interpretada únicamente por la Orquesta Sinfónica de San Francisco y que encajaba perfectamente por su sonido bárbaro dentro del repertorio.

 

Modest Músorgski

 
 

Y el tercer autor soviético, y probablemente el menos conocido de todos, es Modest Músorgski, integrante de Los Cinco, un círculo de compositores rusos que se congregaron en San Petersburgo entre los años 1856 y 1870 y del que también formaban parte Mili Balákirev, César Cuí, Nikolái Rimski-Kórsakov y Aleksandr Borodín (defendían la música rusa frente a las influencias de Occidente), con fama de alcohólico y con un bagaje profesional que incluye una breve carrera militar y un trabajo de funcionario. Entre su legado musical (muchas de sus obras son más conocidas por las versiones completadas o revisadas por otros compositores que por las partituras originales) figuran maravillas como ‘Una noche en el Monte Pelado’ y ‘Cuadros de una exposición’. De la primera existe una versión a cargo de David Shire, que al igual que su título, ‘Night on disco mountain’ (1977), da bastante vergüenza ajena y cuya única razón de existencia fue ser incluida en la banda sonora de ‘Fiebre del sábado noche’.

Por suerte, la obra de Músorgski (bueno, más bien el arreglo orquestal que hizo Rimski-Kórsakov y que es el más conocido) aparecía en toda su gloria en el mítico videoclip de la canción ‘Intergalactic’, de Beastie Boys, una parodia de las películas japonesas de kaijus (monstruos gigantes tipo Godzilla), y, por supuesto, en la película de Disney ‘Fantasía’.

 

En el caso de ‘Cuadros de una exposición’, existe un álbum entero de Emerson, Lake & Palmer (1972), basado en el arreglo para orquesta que hizo Maurice Ravel (la original es para piano), al igual que de la banda de thrash metal Mekong Delta (1996). Además, el rapero Method Man incluye varios ‘samples’, como por ejemplo el tema que se repite a lo largo de la obra y que introduce por primera vez la trompeta (‘Promenade’, que era algo así como el paseo de los visitantes entre los diferentes cuadros de la galería de arte, puesto que la música se inspira en once imágenes del artista ruso Viktor Hartmann), en su canción ‘Tical’ (1994), al igual que Frank T, que en ‘X no concebido el libro era él’ (1996) también homenajea al compositor ruso, del mismo modo que Pájaros de fuego en ‘Bajo mínimos’ (2008).

Y de bis… Richard Wagner

 
 

No podía faltar en la lista una pequeña ración de ópera, un género que domina como nadie el alemán Richard Wagner (1813-1883). Y de entre su abundante repertorio, en el que figuran obras como ‘Tannhäuser’, ‘Tristán e Isolda’ y ‘El holandés errante’, sobresale ‘El anillo del nibelungo’, una tetralogía de óperas, ‘El oro del Rin’, ‘La valquiria’, ‘Sigfrido’ y ‘El ocaso de los dioses’, que juega con la mitología y las leyendas germanas y en las que termina de pulir la técnica del ‘leitmotiv’, un tema musical que se repite a lo largo de la obra asociado a, por ejemplo, un personaje. La banda alemana de metal Grave Digger dedicó un álbum entero en 2003, ‘Rheingold’, a este monumental trabajo, incluyendo elementos como la llamada de trompa de Sigfrido.

El fragmento más conocido de las más de 15 horas de música de este ciclo es ‘La cabalgata de las valkirias’, el comienzo del tercer acto de ‘La Valquiria’, que forma parte del imaginario colectivo por acompañar la secuencia del escuadrón de helicópteros de EE UU que arrasa un pequeño poblado de Vietnam en ‘Apocalypse Now’ y que a Woody Allen le generaba deseos irrefrenables de invadir Polonia en ‘Misterioso asesinato en Manhattan’.

Pero esas son las referencias que todo el mundo conoce y sobre las que ya se ha escrito mucho. Las menos conocidas son que hay ‘samples’ en las canciones ‘Rap fever’ (1997), de The Avalanches, y ‘Ho bass’ (2008), de Distorted Minds, que es pura electrónica, y guiños en ‘Playdough!’, de The Aquabats, a ritmo de ska; ‘Valkyries’, de Ennio Morricone, en una de sus clásicas bandas sonoras de ‘western’ (‘Mi nombre es ninguno’, 1973), al igual que en la película ‘Rango’ (2011), en la que Hans Zimmer combina la épica wagneriana con el banjo. Roxy Music también hace un pequeño homenaje a la obra en su canción Re-Make/Re-Model (1972).

 

Pero aunque no existan tantos fragmentos de la obra de Wagner como sucede con Beethoven, el compositor supone una clara influencia en el metal y en la ópera-rock, y más concretamente en lo que el productor norteamericano Jim Steinman denominó rock wagneriano, en honor de la trilogía de discos ‘Bat out of hell’ de Meat Loaf, obviamente por su grandilocuencia. Incluso se han buscado paralelismos entre Wagner y otros ilustres alemanes, Rammstein, por su propuesta escénica, no exenta de pirotecnia y drama. «Tenemos en común la música, las letras y que sus espectáculos eran duros y agresivos», ha llegado a reconocer la banda.

Pero el ‘show’ definitivo es ‘Wagner reloaded’, de la banda de metal, con chelos, Apocalyptica, en el que repasan la obra del alemán, con motivo del segundo centenario de su nacimiento, con un concierto en su ciudad natal, Leipzig, en 2013 junto a la Orquesta Sinfónica MDR y una compañía de ballet, y aportan algunos nuevos temas inspirados en él. En el disco grabado para la ocasión, se incluyen canciones con pasajes de ‘El holandés errante’, ‘Tristán e Isolda’ y ‘Lohengrin’.

 
 

Y aunque Gustav Mahler dijo que «solo hubo Beethoven y Wagner; y después de ellos, nadie», pronto publicaremos una segunda parte con otros seis compositores clásicos inolvidables.