Arde Bogotá: «Nunca hemos concebido la banda como algo solo para divertirse»

Los componentes de Arde Bogotá: Pepe Martínez (i), Antonio García, José Ángel Mercader, Jota; y Daniel Sánchez, durante la entrevista en Loft 113. FOTOS: ÁLVARO RABADÁN

Los componentes de Arde Bogotá: Pepe Martínez (i), Antonio García, José Ángel Mercader, Jota; y Daniel Sánchez, durante la entrevista en Loft 113. FOTOS: ÁLVARO RABADÁN

El grupo cartagenero estrenará las canciones de su primer álbum, ‘La noche’, el 8 de junio en la plaza de toros de La Condomina dentro del ciclo Murcia ON; quedamos con sus cuatro componentes para charlar sobre cómo viven ajenos al ‘hype’ que les rodea, el motivo por el que sus letras son tan ‘instagrameables’ y por qué es una buena noticia que el rock haya muerto y el trap cobre cada vez mayor protagonismo


CARLOS GARCÍA / MIGUEL Á. MUÑOZ y ÁLVARO RABADÁN

Hay un día en particular al que los amantes de la música en Murcia le tienen un cariño especial. El Big Up! es un evento en el que promesas de la Región y de otros lugares del país tienen una oportunidad de dejarse ver frente a periodistas, discográficas y demás agentes de la industria, reunidos durante una semana en la capital del Segura. Lo hacen casi al desnudo, en acústico y en distintas plazas de la ciudad. A priori, no es el mejor escenario para destacar si lo tuyo es el rock, pero en la edición de 2019 (¡oh 2019, cuánto te echamos de menos!) ocurrió algo hasta el momento insólito. Cuatro chicos de Cartagena, verdaderamente jóvenes, reunieron un consenso absoluto entre todos los que pudimos verles por la mañana en la emblemática plaza de las Flores y por la tarde bajo la imponente Catedral. «Estos chicos van a llegar», nos decíamos unos a otros. Ese ‘llegar’, tan abstracto como conciso. Esa meta difusa, prácticamente invisible, que marca la diferencia entre tocar para tus amigos o hacerlo en lugares donde se pierden las caras en el horizonte del escenario.

Eran Antonio García (voz y guitarra), José Ángel Mercader, Jota (batería), Pepe Martínez (bajo) y Daniel Sánchez (guitarra). Arde Bogotá. Un día después de aquello recibieron la llamada de varias oficinas de ‘management’ interesadas en llevar a la meta esa mezcla de rock y saber estar en unas tablas. Apostaron por emprender el viaje con Son Buenos, un sello de la tierra, que les abrió las puertas de la multinacional Sony Music aun sin haber publicado prácticamente nada. Hoy, ya con su primer disco editado, ‘La Noche’ (y anteriormente un EP, ‘El tiempo y la actitud’, 2020), en las distancias cortas se aprecia lo que realmente son: un diamante comenzando a ser pulido y unos chicos que compatibilizan el sueño de la música con sus trabajos (profesor universitario, abogado…) y que viven en una burbuja que les permite ser sinceros sin la intoxicación que suele conllevar la endogamia de estar constantemente rodeados de quienes les adulan a ratos, y envidian a otros.

En ‘Exoplaneta’ cantan que quieren fundar Cartagena en otro sistema solar. Dudamos que consigan tanto, pero llegar, ‘llegar’, llegarán hasta donde quieran. Quedamos con ellos en Loft 113 en una jornada maratoniana de entrevistas en vísperas de su concierto en la plaza de toros de La Condomina de este martes, 8 de junio, dentro del ciclo Murcia ON, para el que ya han agotado todas las entradas. Somos los últimos, y es ahí cuando, con unas cervezas, se relajan y nos cuentan todo lo que queremos saber de su disco, de sus influencias y de por qué debemos celebrar que el rock haya muerto. Nosotros preferimos decir simplemente que se ha reinventado.

–La trayectoria de Arde Bogotá es meteórica. Habíais firmado por una multinacional, existía un ‘hype’ enorme a vuestro alrededor y os estaban confirmando en festivales por toda España antes incluso de sacar una canción. ¿Os ha costado mantener los pies en el suelo durante todo este tiempo, desde que empezasteis hasta publicar ‘La noche’?

–Antonio: Pienso que todo ese ‘hype’ está muy lejos de nosotros. Como que la banda se mantiene muy ajena a todo eso, porque el día a día del trabajo, que es lo que realmente vemos, no tiene nada que ver. Aunque se genere runrún sobre nosotros, nuestro día a día, rutina y obligaciones no cambian. El éxito o repercusión tampoco evoluciona de forma repentina. Lo que vemos es que hay que trabajar esto, ensayar aquello, llegar a un concierto, grabar tal cosa, preparar algo… El trabajo va muy poco a poco y los grandes éxitos o hitos no se ven, no nos llegan… hasta que te los comes de golpe. De pronto te sucede algo muy fuerte que te impacta mucho, y ahí sí que dices: ‘Coño, ha pasado esto’. Pero los rumores y cosas así, como que no nos llegan, y el trabajo no cambia.

–Pero estar un día en tu casa y al siguiente firmando por Sony en Madrid…

– A.: A eso me refiero con que te lo comes…

–O tocando en la Joy Eslava en la fiesta de presentación del Sonorama de 2020…

–A.: También. O que el otro día en Valencia el público se supiera las letras de las canciones y cantara ‘Millennial’ a muerte. Esas cosas son las que te impactan. Lo que se hable de ti, o que alguien haya puesto un tuit… Eso es algo que se queda más fuera.

–Jota: Se queda muy lejos, porque está la barrera de internet. Hasta que no lo ves en persona y lo vives en tus carnes, no te dices: ‘A lo mejor está pasando algo’. 

–Dani: Y aunque la gente cante tus temas y desde el escenario veas que el recinto está lleno, sigo acordándome de esa banda de cuatro chavales que se juntaron por primera vez…

–A.: Bueno, Dani es que sigue diciendo antes de salir al escenario, como para quitarnos presión: ‘Chavales, es solo un ensayo’ (risas). Y ‘no importa lo que pase fuera’.

–D.: La gente puede que te vea muy grande, pero tú, no es que tampoco te veas pequeño, pero sigues pensando en la banda en Cartagena, en el local de ensayo,  trabajando…

–Pepe: Al final lo que te marca es el directo. Porque es cuando ves a la gente de verdad, cuando están sintiendo las canciones y las cantan. Puedes ver cifras y todo eso, pero realmente lo que te transmite humanidad y algo cercano es ver responder a la gente en un concierto.

–También es cierto que habéis estado alejados de lo que es la escena murciana, por llamarla de alguna manera…

–D.: Spotify lo ha definido ‘indie murciano’.

–A.. Es una etiqueta nuestra y de un montón de bandas. Como que de repente se ha creado un género.

–El hecho de que sois de Cartagena, y más jóvenes, hace que no hayáis tenido contacto con bandas que llevan muchos conciertos a sus espaldas y a las que les ha costado mucho salir adelante. ¿Os da vértigo pensar lo rápido que habéis pasado de 0 a 100? En este mundo lo normal es tener un rodaje de años antes de pisar escenarios a los que ya os vais a subir vosotros.

 –A.: Desde luego, pero lo que pasa es que en la banda somos muy exigentes. Nunca hemos concebido el ensayo y la banda como algo solo para divertirte y nada más. Siempre hemos sabido que conlleva una responsabilidad querer que la banda funcione. Y una serie de esfuerzos. Así que los hitos o éxitos siempre se han traducido en un aumento de responsabilidad. Y siempre hay alguien, uno de los cuatro, que se encarga de recordárselo al resto y ensayar más y seguir formándose. Creo que el trabajo te mantiene muy en el suelo y te impide decirte: ‘Ya soy el rey del mambo. He venido a Cartagena este fin de semana y me paran por la calle’. Al contrario. He venido a Cartagena a meterme siete horas en el local de ensayo. Y como los cuatro somos así, compartimos esa mentalidad y sabemos eso, no somos la típica banda que va a ensayar con litronas. Nunca lo hemos sido ni lo somos ahora. El trabajo te impide vivir en el vértigo. Al final esto es trabajar, trabajar y trabajar.

 
 

–Hay mucha gente detrás que cree en vosotros, pero cuando tocáis en directo, está claro que los primeros que lo hacen sois vosotros. ¿Cuánto de importante es la actitud? Es un instrumento más.   

–A.: No cabe duda. Si fuera un instrumento, sería el más importante. La música está llena de proyectos que triunfaron por la actitud, por cómo era la gente sobre el escenario. Nosotros eso lo sabemos desde el principio. Además, eso tiene que ver con el trabajo y somos muy exigentes, hasta que nos subimos al escenario. Ese es el rato de disfrutar. Ahí tenemos que ser muy ‘disfrutones’ y no pasarlo mal. Es todo lo contrario, regalarte ese momento de gloria, que es lo que es, subirte a un escenario a hacer música con tus amigos y pasarlo bien.

–El punto de inflexión para vosotros llegó incluso antes de editar ningún tema, el Big Up! Murcia de 2019. ¿Cómo vivisteis los días previos? ¿Erais conscientes de la oportunidad que se os presentaba o no lo veíais de ese modo?

–J.: Bueno, nos pasó algo curioso. Nos faltaba una ‘o’ para el letrero de Arde Bogotá. Al final la compró la hermana de Antonio en Madrid, porque no había ni en Murcia, Lorca o Cartagena.

 
 

–¿Ni siquiera ceros?

–J.: Nada de nada.

–D.: Le dimos mucha importancia. Nos presentamos en 2019, pero el año anterior ya teníamos la idea. Conocíamos a Alberto (Hernández), de Son Buenos, y nos decía siempre que teníamos que presentarnos al Big Up!. Lo tenía bastante presente. En 2018 no lo hicimos porque todavía estábamos conociéndonos. Pero en 2019 fue salir con todo. Era un poco jugárnosla. Si hubiera salido mal, no sé qué hubiera pasado, pero lo preparamos con mucho ímpetu, porque estudiamos qué se había hecho en años anteriores y qué proyectos habían funcionado. Que si decoraban el escenario o cómo enfocaban el directo.

–J.: Preparamos dos sets distintos, uno acústico y otro más eléctrico.

–A.: Además, la familia de Dani tiene una casa en una pedanía de Cartagena, en Galifa, con un porche grande y fuimos allí a simular el espacio de estar al aire libre.

–J.: Incluso lo grabamos con una cámara.

–D.: Era por ver cómo sonaría todo al aire libre. Fuimos allí a ensayar y a grabarlo.

–J.: Y los vecinos flipando.

–A.: A eso me refería antes con trabajar mucho.

–La verdad es que hemos escuchado el disco con el cuchillo entre los dientes, porque cuando todo el mundo dice que un álbum es bueno, siempre tiendes a pensar que te la quieren colar por algún lado… Pero nos ha encantado. En alguna entrevista habéis dicho que os gustaría que vuestro sonido fuera el de la banda que toca después de Viva Suecia que, por cierto, os comparan mucho con ellos, pero es algo que no compartimos, más allá de ser dos bandas de la Región. Vuestras influencias son quizás más bien anglosajonas, de Arctic Monkeys, Foals… ¿Os sentís cómodos con las comparaciones?         

–P.: No nos sentimos ni cómodos ni incómodos, simplemente agradecidos. Porque que te digan que tu banda se parece a Supersubmarina o a Héroes del Silencio es un pedazo de halago, por lo menos para nosotros, por lo que venimos hablando de nuestros gustos musicales o las referencias que tenemos en la banda. Es un honor.

–A.: Para nosotros, Viva Suecia es una hiperinfluencia capital. Lo que pasa es que quizás luego no se hace tan visible, sobre todo en el disco. En el EP ‘El tiempo y la actitud’ sí que era más evidente.

–D.: No es tanto influencia musical como quizás industrial.

–A.: O admiración. Son un referente.

–D.: Sí. Admiramos a la banda a nivel de trabajo, de cómo curran. Hemos ido a mil conciertos suyos y siempre dan la talla. La referencia es quizás más industrial que musical, pero, sea como sea, obviamente se cuela.

–A.: Es así. Trabajas sobre lo que han hecho otros antes. Y que te lo digan y alguien se dé cuenta, creo que es un halago y un reconocimiento. Y además compartimos gustos. Si me he basado en Arctic Monkeys, Muse o en quien sea para desarrollar este trabajo, es porque me gustan y los admiro.

 
 

–Nos imaginamos que te gustará mucho Bunbury. 

–A.: Es el mejor cantante de rock en castellano. Después de él ha venido mucha gente cantando en castellano muy bien, como Sean (Frutos, de Second), por ejemplo, que lo hace fenomenal. Pero para mí Bunbury es ‘top’. No hay nadie que haya cantado rock en castellano de esa manera, lo bien que utiliza y escoge las palabras, y que sabe que van a sonar bien con su banda.

–Hablando de letras, en ‘Millennial’, uno de los temas del nuevo disco, dices lo siguiente: «¿Se ha muerto el rock ya o me lo tengo que cargar? / ¿Se ha pasado la moda del trap o me tengo que apuntar?». ¿No sería mejor matar al trap y apuntarse al rock? Es una sugerencia.

–A.: (Risas). Mierda, no se me ocurrió (risas). Pienso que el rock se murió hace mucho tiempo, y eso es motivo de celebración, porque quiere decir que dejó de ser una música ‘mainstream’ para convertirse en una en la que los que están, quieren estar, y exploran, experimentan y crean cosas nuevas. El rock ya no es un heroinómano o cocainómano como Axl Rose que tira televisiones [aunque en realidad de él cuentan que intentó tirar un piano de cola por la ventana de su mansión y se quedó atascado, entre otras historias], con toda mi admiración a Axl Rose. Ahora es un prodigio como Kevin Parker, el líder de Tame Impala, que la gente lo admira por lo buen músico que es, no por tirar teles por la ventana y cosas así. Eso es motivo de celebración. Y luego está el trap, del que se pueden aprender muchas cosas. Me tomo la frase más como una burla de la gente que no cree que en los nuevos géneros haya mucho que sacar para hacer lo que quieras. Si quieres hacer rock, pues estudia un poco de lo que hace Pxxr Gvng, porque algo encontrarás.

 
 

–Obviamente, escribes sobre tus sentimientos, pero hay frases en las canciones que son muy ‘instagrameables’. ¿Es algo que buscas intencionadamente? Fito Cabrales siempre dice que él no escribe historias, sino que junta frases.

–A.: Pues yo hago lo contrario. No me gusta juntar frases. Me flipan las letras de Sen Senra, pero él también reconoce que no sabe de qué van sus movidas. Empieza a soltar verborrea y funciona, y se lo queda, pero no habla de nada concreto. Yo, al contrario, quiero hablar de algo concreto, y empiezo a jugar y explorar eso. ¿Por qué es ‘instagrameable’? Pues porque a mí me gusta que la letra juegue un papel de gancho dentro de la canción. Todos los instrumentos en una canción, en algún punto te tienen que llamar la atención. A lo mejor no, y el bajo solo está haciendo una nota, pero seguramente hay otro instrumento que es el que sobresale. Me gusta que la letra siempre participe en eso y no se quede en la introspección del autor, diciendo pronombres, uno detrás de otro, sin que te llame la atención ni te diga nada. Quiero que alguien cuando se asome a escuchar a Arde Bogotá, enseguida la letra le diga cosas que reconozca y se quede. «Voy a cagarla hoy con todo el equipo» (de ‘A lo oscuro’). Pues sí que es ‘instagrameable’. Es una frase muy clara, pero es que yo hablo un poco así (risas).

–¿Intenso?

–A.: Soy intenso de cojones (risas). Y luego, que es muy claro. Me gusta ser claro, aunque sea metafórico. Que te digan «voy a cagarla hoy con todo el equipo», pues sabes lo que está diciendo.          

–¿Eres de los que componen mejor cuando estás feliz o triste?

–A.: A nivel de letras, depende. Cuando estoy triste compongo cosas tristes, y cuando estoy feliz, pues cosas felices. Lo que sí me puede pasar es que no pueda componer en la línea que lo estamos haciendo en la banda, por las cosas vitales que me pasan. No estoy alineado con lo que les pasa a ellos. Por ejemplo, Pepe es un tipo muy oscuro, y tiene un corazón negro (risas de todos). Y le pasa que se saca una línea de bajo oscura cuando estamos haciendo un tema muy enérgico, muy feliz y macarrilla. Y le decimos: ‘Pepe, estás podrido por dentro’. Nos pasa a todos. A lo mejor es más notorio en las letras, porque son palabras. Hay que coger distancia con las cosas, y ahora no me viene bien ponerme en la línea que están haciendo mis compañeros, o tengo que meterme en otro rollo para hacerlo.

 
 

Tener a nuestro productor, Lalo Gómez-Vizcaíno, sobre el escenario nos da seguridad. Es alguien que conoce las capas de las canciones mejor que nadie. Para nosotros es como un alquimista
— Jota Mercader

–Os queríamos preguntar sobre vuestro productor, Lalo Gómez-Vizcaíno, que al final ha acabado siendo un componente más. ¿Qué tal ha sido trabajar con él, ahora que también está produciendo a otros grupos de Son Buenos como Hoonine, María de Juan o Nunatak, aparte de su labor en Ayoho?

–D.: La magia de Lalo es que se involucra totalmente en el proyecto. Siempre le da lo que el proyecto necesita y no lo que él quiere darle, que es el error que quizás hemos visto en otros productores, que todo lo que tocan suena a ellos. Con Lalo hay una esencia que es suya, porque al final es su trabajo, pero sabe adaptarse bien a los proyectos, y creo que es lo que le diferencia de otros.

–A.: Es como un buen centrocampista de fútbol, que sabe dónde encajar y dónde tiene que estar. Aunque no toque el balón, sabe hacer que los demás jueguen bien. Y tiene una serie de máximas que le identifican, como que no concibe que un tema no suene compacto. Hace que mejore el sonido de lo que toca.

–¿Y en directo qué aporta?

–A.: La seguridad de tener a un virtuoso detrás (risas).

–J.: Eso es. Conoce las capas de las canciones mejor que nadie. Si hay un detalle que no se pueda cubrir, él lo va a saber hacer con gran sensibilidad. Es como un alquimista.

–A.: Yo no tengo claro todas las líneas de bajo de Arde Bogotá. Es el instrumento de un compañero, sé algunos momentos que me molan, pero no me los sé todos, porque no los he compuesto yo. Lalo sí porque él ha producido el tema y se ha grabado el bajo entero con Pepe, y le ha dicho si se ha equivocado o si debe repetir una parte. Así que tener a Lalo ahí detrás te da la seguridad de que nos está cubriendo a todos. Sabe lo que todos tenemos que hacer y lo que hace falta.

 

 
Puedes ver cifras y todo eso, pero realmente lo que te transmite humanidad y algo cercano es ver responder a la gente en los conciertos
— Pepe Martínez

–También os queremos preguntar por Cartagena. Tenéis uno de los mejores festivales de España, La Mar de Músicas, que le saca todo el jugo a la ciudad, y hay grupos con talento, como Ayoho, Nunatak o antes Kante Pinrélico [a lo que Pepe, que lleva la camiseta del grupo durante la entrevista, responde con un golpe en el pecho].

–Antonio: ¿Habéis recogido el golpe? (risas)

–Desafortunadamente no, aunque lo hemos visto y escuchado… Y añadimos que las raíces de Son Buenos también están ahí. Parece que en Cartagena falta algo para que la cultura sea parte de la ciudad a diario, no solo con chispazos. Porque aquí en Murcia cada fin de semana hay muchos conciertos, y allí también podría ser así.

–A.: No hay espacios, esa es la clave. Faltan sitios donde la gente pueda ir y hacer su música, o el proyecto artístico que sea. Creo que La Mar de Músicas ha inspirado a toda una generación, porque te gustará o no la música de fusión, que es el leitmotiv del festival, y tienes de repente a mucha gente llenando los conciertos. Te motiva a querer eso todo el año. De ahí han salido muchos proyectos musicales diferentes, todos geniales. No hay espacios, no los ha habido nunca.

–J.: Bueno, en nuestra adolescencia sí que había más sitios para tocar…

–A.: ¿Cuáles?

–J.: Coyote, la sala Stereo, que luego cerraron…

–A.: Pero no tantos como en Murcia.

–D.: Había una escena bastante más ‘underground’. Eran bares más clandestinos, por así decirlo. Pero está claro que ya no están. Han ido a cuchillo a por ellos, con las normativas, y ya no queda ni eso. A mí me da mucha pena. Los chavales de 16 años que montan una banda y quieren salir y dar su concierto, aunque al principio suenen mal, como todos, no pueden hacerlo. Y parece que por parte del Ayuntamiento no van a encontrar el respaldo necesario para tocar en una plaza. Ellos se preocupan de otras cosas.         

–El empresario quizás tampoco crea que puede montar una sala allí y meter a 700 personas cada viernes y sábado. Donde hacen callo los grupos es en un bar pequeño, como puede ser Revólver o La Yesería en Murcia que, por cierto, es un paso que vosotros os saltasteis. En eso sí que os parecéis mucho a Viva Suecia, que quizás tampoco tocaron ante pocas personas. Lo hicieron, pero ya en Galicia… Una de las declaraciones que más nos han llamado la atención de vosotros es que considerabais que Carlos Cano sobre un escenario era más rockero que AC/DC.

–A.: Es una frase mía, no me escondo.

 
 

Tenemos gente detrás que creen más en nuestro potencial que nosotros mismos
— Antonio García

–¿Dónde entra Carlos Cano como influencia junto a Foo Fighters, Héroes del Silencio, Supersubmarina, Kanye West o Arctic Monkeys?

–A.: Carlos Cano es un cantante de copla. Salvando los mil géneros distintos que pueda haber hecho, en lo esencial hace copla, como Rocío Jurado. Y un cantante de copla, el que quieras, lo que hace es exprimir lo que cuenta la canción. Así que cuando él se sube a un escenario, te va a hablar sobre que ha intentado seducir a una señora, y que le ha salido regular. Pero de la forma en que te lo cuenta, y con esa parsimonia y profundidad que le da a sus palabras, a su voz, a los momentos. Eso es actitud. Llevaba una orquesta de actitud. Para mí, un artista necesita eso. Y hay que saber medirlo. Hay canciones de Carlos Cano que piden cosas muy grandes, y otras son muy íntimas. Ahí estaba su magia, igual que Rocío Jurado. De los cantantes de copla hay que sacar eso, la posibilidad de salir al escenario y decir a la gente ‘mírame a mí y ahora te cuento la historia’. Eso en realidad es superrockero. ¿Qué es el rock? Pues no sé. Pero entre otras muchas cosas es actitud, y saber llamar la atención de la gente. Y saber energizarlo. Y bajarlos y luego subirlos. Pues eso lo hacen ellos.

–En cuanto al disco, nos preguntamos si está todo muy medido para que las canciones duren los tres minutos de rigor y que el conjunto no supere los 30 y pocos minutos, ya sea por ‘sugerencia’ de la multinacional de turno, porque va mejor para el ‘streaming’, por el factor de que la capacidad de atención sea cada vez más reducida... Nos duele que el solo de batería del final de ‘Abajo’ no sea más largo.

–D.: Eso es porque realmente no somos una banda de alargar o hacer canciones a lo Pink Floyd.

–J.: Más o menos tenemos todos la misma tendencia. Sabemos lo que queremos crear.

–D.: Cuando las canciones surgen de improvisaciones, que se pueden alargar muchísimo, solemos meter la tijera y recortar todo lo que podemos y dejarlo a nuestro gusto. El disco son las canciones que nos gustaría escuchar. Y eso se traduce en que consumimos música de todo tipo, pero la más comercial, la de Los40, es también la más corta, la más radiofórmula. No lo hemos hecho intencionadamente, pero quizás sí inconscientemente.

–A.: De hecho, te diré que siempre he sido partidario de que José Ángel alargara el solo de batería (risas). Y el que más lo ha recortado ha sido él.

–Jota: Y mira que uno de mis referentes es Led Zeppelin, pero no quería hacerme un John Bonham de 200 horas (risas).

 
 

–Es evidente que ‘La Noche’ se trata de un disco de rock, pero con una producción quizás más cercana al pop, con la voz de Antonio muy por encima de todo. Y que son casi 10 ‘singles’.

–D.: El rock es perfectamente consumible como entendemos hoy día la música. Hemos hecho un disco de rock a nuestra manera, y las influencias que lo componen van desde J Balvin a Led Zeppelin. Nos daba igual la duración. Queríamos poner la voz por encima por temas de producción, y por cómo hoy día se consume la música. Pero no tenemos que basar el rock que hacemos nosotros con el que se hacía en los 70 o en los 80, que se escondía más la voz. ¿Por qué repetir la misma fórmula? Esa es la pregunta. ¿Por qué tenemos que basar nuestro rock en lo que se viene concibiendo como rock?   

–A.: En el directo también está mi voz sobreexpuesta. Es parte del sonido de la banda, que la voz se escuche muy clara, con el resto de los instrumentos envolviéndola. Y también es una decisión de Lalo, que entendió que así íbamos a sonar mejor. En el tema compositivo hay más peso de la banda, pero lo otro es el tipo de decisiones para las que buscas a un productor. Y también hay un punto en el que todos los temas son enérgicos, y eso es porque ese era el ‘mood’ de los cuatro. Queríamos hacer un disco así. Hasta el tema que es más balada, o más íntimo, se ha hecho enérgico. Por eso las canciones son cortas, porque vamos rápido. Hay mucho que decir, es muy pasional y sin querer eso te agota pronto. Pero la verdad es que no es deliberado o premeditado. Yo nunca he calculado cuánto dura este álbum. Si lo hubiera hecho, quizás le hubiera regalado a José Ángel cinco segundos más en el solo de batería.

–Es que en una entrevista hablabais del solo de batería de ‘Abajo’, y claro…

–A.: Pues entonces ya veréis ‘Abajo’ en directo. No va a haber quien lo calle en el concierto (risas).

–J.: Arranco y no sé cuándo acabar.

 
 

–Lo de pop también viene porque en una crónica reciente de un disco de una banda de rock alternativo (Wolf Alice), se decía que «era demasiado popero para los fans del rock, y demasiado rockero para los fans del pop». ¿Os encajaría esa descripción de vosotros?

–A.: Es lo que pasa con el purismo del rock o con la gente que se arma de razón para decir que eso no es rock. Creo que eso huele ya un poco a cerrado. Porque los géneros están para lo que están, para definir cosas muy en abstracto. Algo que tiene un poco de guitarra distorsionada, ya te lo presentan como rock. Pero para establecer parcelas de aquí no entras o sí, creo que eso ya hace tiempo que no sirve para nada.

–D.: Es cierto. A día de hoy te presentan un festival indie y te encuentras en el cartel desde The Parrots a Delorean, que no tienen nada que ver.

–J.: Es un festival no definido.  

–D.: La mejor definición de indie se la escuché a Rafa Val, de Viva Suecia, hace poco en ‘Yu’. Decía que «indie son los grupos que tocan en un festival». Quizás podemos dejar de decir ‘grupos indies’ y llamarlos ‘grupos de festivales’. En el momento en el que empieza a ir C. Tangana, pues él también es indie. Y después de ‘El Madrileño’, ¿qué género es? 

 
 

No tenemos que basar nuestro rock en el que se hacía en los 70 o en los 80. ¿Por qué repetir la misma fórmula? Hemos hecho un disco de rock a nuestra manera
— Dani Sánchez

–Vuestra etiqueta es rock, sin ningún apellido.

–A.: Me parece la etiqueta más útil, sobre todo de cara a prepararte. Si te digo que te voy a llevar a un bolo de una banda de rock, y apareces en un concierto de Arde Bogotá, como mínimo lo que suena es lo que te esperabas.

–Resulta curioso que hablando antes de la entrevista con varias personas que no os conocían y se pusieron a escuchar vuestro disco por curiosidad, nos dijeron después que su tema favorito era ‘Exoplaneta’, que es el más distinto. ¿Eso os ayuda a pensar que podéis hacer otras cosas?

–A.: El disco lo compusimos casi sin referencias de qué es lo que más le gusta a la gente de lo que hacemos. Por eso decimos tanto en las entrevistas que es el disco que queríamos hacer. Teníamos fuera cinco canciones más o menos parecidas, pero también distintas. No era fácil saber si la a la gente le gusta más cuando vamos en plan romanticón o prefiere la caña. Así que hicimos lo que quisimos: ahora caña, ahora romanticón. Y como decís que a vuestros amigos les ha gustado ‘Exoplaneta’, pues para el próximo haremos doce ‘Exoplaneta’. Uno detrás del otro (risas).

–Este martes, 8 de junio, tocáis en la Plaza de Toros de Murcia con todas las entradas vendidas. ¿Cómo os hace sentir eso?

–A.: Eso es responsabilidad directa de Son Buenos. Ellos eligieron el sitio para hacer la presentación del disco en la Región. La verdad es que cuando me lo dijeron, pensé que conocía a 25 personas, a lo sumo, que fueran a venir pagando al concierto (risas). Y ellos decidieron que este era el espacio ideal. Cuando se vendieron las primeras 200 entradas, ya pensamos que con esa audiencia el concierto iba a molar. Y, al final, se ha llenado. Es una de esas cosas, como dije al principio, que te encuentras de golpe, y te dan en la cara. Es de lo que más nos llena. Hay gente detrás que creen más en nuestro potencial que nosotros mismos.

 
 

–Y para acabar, una pregunta que queremos hacer en todas las entrevistas: ¿cuál es el último disco que habéis escuchado de principio a fin?

–Pepe: ‘El Milagro’, de Viva Suecia.

–Antonio: ‘Mayéutica’ no lo acabé, así que ‘Corazón cromado’, de Sen Senra.

–Jota: ‘Typhoons’, de Royal Blood, y ‘Good times’, de Mando Diao.

–Dani: ‘El Madrileño’, de C. Tangana, y ‘El último tour del mundo’, de Bad Bunny. Es el que más recuerdo haber escuchado, con la ilusión de un niño, como el que abre un regalo. Lo volví a escuchar entero, y otra vez. Son dos discos que rompen el esquema. Están en lo más alto, y son lo más grande dentro su género. Demuestran que son grandes artistas porque pueden salirse de lo que estaban haciendo.

–Jota: Son discos que hemos puesto enteros en la furgoneta.

PD: Queremos agradecer a Son Buenos y Loft 113 por todas las facilidades (y las cervezas) que nos dieron para realizar la entrevista.