Derby Motoreta’s Burrito Kachimba: «Queríamos demostrar que el primer disco no fue flor de un día»

 
Los componentes de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, con Gringo, a la izquierda. / ALBERTO VAN STOKKUM

Los componentes de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, con Gringo, a la izquierda. / ALBERTO VAN STOKKUM

 

La banda sevillana encabeza el cartel del Lemon Pop del 15 de octubre y su guitarrista, Gringo, asegura que llegan a Murcia en un gran momento para presentar se segundo álbum, Hilo negro’, en el que se «reafirman» como compositores, se vuelven a olvidar de los estribillos fáciles y las fórmulas «demasiado masticadas» y buscan «mirar de frente» a King Gizzard & the Lizard Wizard


El periodista de ‘El País’ Fernando Navarro ya lo aventuró en 2019: Derby Motoreta’s Burrito Kachimba será la próxima gran banda española. Y el Premio Ruido al Mejor Álbum Nacional (el equivalente en España al prestigioso Mercury Prize de Reino Unido) de ese mismo año, en el que competían contra Carolina Durante, Fuerza Nueva, La Casa Azul, Los Punsetes, Novedades Carminha, Viva Suecia y Cala Vento, lo confirmó. Pero nadie contaba con que una pandemia iba a irrumpir en el planeta y dar un vuelco a la vida, y al panorama musical. Un parón forzoso que los sevillanos aprovecharon para terminar de pulir su segundo trabajo, ‘Hilo negro’, previsto inicialmente para 2020 y postergado hasta el pasado mes de abril, con el que corroboran todo lo bueno que nos dejó su disco homónimo de debut y reafirman que la ‘kinkidelia’ (esa etiqueta propia que mezcla el mundo kinki con la psicodelia) y su remolino sónico sobre los escenarios han llegado para quedarse.

La banda lleva ya más de 40 conciertos de presentación de las nuevas canciones, y uno de los más esperados es el que ofrecerán en el festival Lemon Pop de Murcia, el 15 de octubre, en un cartel que encabezan y en el que estarán acompañados por Pieles Sebastian y La La Love You, a partir de las 21.00 horas, en el Lemon Stage ubicado en el Cuartel de Artillería, con las entradas ya agotadas. Hablamos con Gringo, guitarrista de la banda (completada por Bacca, Soni, Papi y Dandy Piranha), sobre este concierto, la banda sonora que han compuesto para la película ‘Las leyes de la frontera’, que se estrenó el 8 de octubre, y sobre por qué su música no es, ni mucho menos, flor de un día. 

–Ya parece que rozamos la normalidad en los conciertos. En ocasiones habéis comentado que para vosotros el directo era como cuando se sube el chamán arriba de la pirámide y le corta el cuello a la cabra al final del ritual. Y está todo el mundo abajo chillando «¡échame la sangre!». Quizás a ese nivel no hemos llegado todavía, pero ya se empieza a abrir la mano con las restricciones y a recuperar las sensaciones que tanto echábamos de menos.  

–Arrancamos la gira de ‘Hilo negro’ en abril, y llevamos ya como 42 conciertos, unos 40 con las medidas de restricción de aforo, con la gente sentada y las mascarillas puestas, y ya hemos podido dar dos conciertos en los que se empiezan a levantar. El otro día en Granada ya estaba el público de pie. Y la verdad es que poco a poco se está abriendo el camino. Ha sido como una travesía por el desierto y hemos conseguido sobrevivir. Estamos deseando volver a la situación de antes de la pandemia, con la gente a tope desde el minuto uno hasta el noventa, como dicen los futbolistas. Estamos deseando llegar a Murcia y reventarlo.

–Llegáis en el mejor momento.

–Vamos a dar un ‘megashow’. Está ya la maquinaria engrasada porque llevamos a nuestras espaldas un montón de conciertos. Somos ahora mismo como Usain Bolt, que suena el petardo y salimos corriendo a tope (risas). A todo el que le guste la kinkidelia, será un concierto que va a disfrutar. Y estamos ya en una situación diferente de la pandemia. Es como cuando estabas en el colegio y quedaba media hora para salir, y mirabas a tu compañero de al lado. Ya falta menos.

–Habéis dado tantos conciertos porque decidisteis bajar vuestro caché para tocar lo máximo posible.

–Todo el mundo ha tenido que apretarse el cinturón: los grupos que hemos estado girando, las salas que han permanecido abiertas y las promotoras que han seguido organizando conciertos. Evidentemente, cuando en una sala para 500 personas solo puedes meter a 100, pues ahí todo el mundo gana menos dinero, desde la banda al técnico de sonido. Si teníamos la intención de tocar este disco, debíamos apretarnos el cinturón. No había otra manera que acomodarse a la situación y tirar para adelante. Y ponerle dos velitas a la virgen para que se acabe esta pandemia. 

 

–Debe ser especialmente complicado para vosotros, por vuestra pegada en directo, tocar con el público sentado.

–Somos animales de escenario. Nos gusta más tocar que comer y dormir. Nos gustaría hacerlo 24/7. Odiamos no tocar. Evidentemente no son conciertos tan explosivos con todo el mundo a tope pegando saltos y voces. Están más pendientes de los detalles. Ha estado bien porque ‘Hilo negro’ es un disco con muchos recovecos, muchas texturas y ambientes, y ha sido una manera de hacer que el público lo escuchara en directo de una manera que con todos de pie hubiera sido diferente. Muchos detalles se hubieran perdido entre que se te cae la cerveza al suelo, te pegan un codazo, estás mirando a la chavalita que te gusta y ella a ti. Al final te pierdes medio concierto (risas).

–‘Hilo negro’ es para Derby Motoreta’s Burrito Kachimba una continuación o una reafirmación.

–La intención que teníamos con el disco era reafirmarnos como compositores y creadores, como una banda que está aquí para contar muchas cosas y sacar un montón de álbumes. No era continuar el primero, era reafirmarnos. Demostrar que lo que había pasado con el primer disco no era flor de un día, como se suele decir, sino que hay un jardín aquí repleto de flores, de plantas exóticas y con algunas setas alucinógenas (risas). Está el jardín lleno. Estamos invitando a la gente a que se meta en él, que vengan con su bolsa reciclada y que pille lo que quiera.  


Somos animales de escenario. Nos gusta más tocar que comer y dormir
— Gringo

–Vuestro éxito es la demostración de que con canciones casi sin estribillos, algunas incluso de seis minutos, y jugando con las estructuras también se puede triunfar.

–Intentamos hacer algo muy cercano a la fecha en la que vivimos, y sentíamos que la estructura clásica de la canción de toda la vida, esa de intro, estrofa, estribillo, estrofa, estribillo, solo de guitarra y otra vez estribillo hasta que acaba en un ‘fade out’, era una fórmula ya bastante masticada. Hemos jugado y experimentado mucho con las estructuras. Muchas veces no tenemos un estribillo al uso, sino que en una misma canción lo mismo hay tres, o ninguno y son todas estrofas, pero tampoco lo son. Jugamos con esa ambigüedad a nivel de estructura. ‘Hilo negro’ es un disco que tiene dos estribillos o así.

–Habéis insistido mucho en que no queréis que vuestra música parezca un homenaje al rock setentero andaluz de los 70, sino que suene a algo actual. En definitiva, que no miráis al pasado.

–Intentamos mirar de frente a bandas actuales como King Gizzard & the Lizard Wizard, Tame Impala, Pond… Toda esta nueva ola de la psicodelia, que ya lleva unos años emergiendo. No queremos ir hacia atrás en una nave del tiempo. Ya hemos tenido bandas que tributaban a los 70, y estupendo. Ahora toca otra movida. Queremos mirar de cara a King Gizzard y darnos un abrazo porque somos colegas. No intentar hacer un tributo a un álbum que se hizo en 1972. No tiene sentido, ese disco ya está hecho.

 
 

–Hablando de todas vuestras influencias, ¿qué crees que pensarían precisamente unos australianos como King Gizzard & the Lizard Wizard y Tame Impala de, por ejemplo, Triana y Camarón?

–Creo que a cualquier persona que tenga un poco de sensibilidad artística, si le pones una canción de Camarón, y por muy fuera de España que viva, se va a emocionar. Es como ver un atardecer encima de una montaña, no puede no hacerte sentir algo. Nosotros siempre hemos dicho que The Doors y Triana están a un salto. A cualquier yanqui que adore a The Doors, le va a gustar Triana, pero de cabeza.


Queremos mirar de cara a King Gizzard y darnos un abrazo porque somos colegas. No intentar hacer un tributo a un álbum que se hizo en 1972. No tiene sentido, ese disco ya está hecho
— Gringo

–La producción de ‘Hilo negro’ ha corrido a cargo de Jordi Gil, Tera Bada y vosotros mismos, pero llama especialmente la atención la presencia de Brian Lucey como responsable de la masterización, un ingeniero que trabajó en el ‘AM’ de Arctic Monkeys y que también ha colaborado con The Black Keys, Liam Gallagher, Royal Blood y Biffy Clyro estos últimos años.

–El tipo es uno de los más potentes que hay a nivel de máster dentro de este terreno en el que nos movemos, donde hay batería, bajo, guitarras… Dentro del mal llamado o bien llamado rock, de un sonido un poco más duro, es uno de los más grandes. Tuvimos la suerte de escribirle, a ver si caía, porque no es un tipo al que le llamas y te va a hacer el trabajo. Solo lo hará porque le parece una propuesta interesante. Así que le escribimos, le hizo gracia esa mezcla que tenemos y la verdad es que el disco sin Brian no sonaría igual. Se hizo un trabajo muy potente en el estudio, en la grabación, preproducción, postproducción y mezcla. Pero esa última pátina es fundamental, donde todo está apretado, pero respira. Es el trabajo más complicado que tiene un ingeniero de máster, que todo esté apretado y fuerte, pero que a la vez mantenga la dinámica que debe tener un tema. En resumen, que a la tercera canción no estés cansado auditivamente del disco, sino que tenga esa mínima dinámica que debe tener unas canciones de estas características. Y Brian es un capo de los más gordos.

–Barato no debe ser.

–(Risas) No lo es, pero si quieres que Messi juegue en tu equipo, tienes que pagarle (risas). 

–Entonces, le gustó lo de la ‘kinkidelia’.

–Le moló nuestro rollo. En el ‘single’ de la banda sonora de ‘Las leyes de la frontera’ y todo el vinilo, que ya está en fábrica, también lo ha masterizado él. Lo tenemos ya de colega. No sé si el tercer disco también lo hará, pero tenemos línea directa con él, y está contento con nosotros.

 
 

–Ahora que lo mencionas, ¿cómo de diferente ha sido el proceso de grabar la banda sonora para la película ‘Las leyes de la frontera’, que parece muy al estilo de Tarantino de mezclar música original, con clásicos y diálogos?

–Ha sido una experiencia muy bonita y diferente. No es como cuando nos metemos en el local de ensayo a hacer nuestras cosas y somos los comandantes del barco. Aquí, había otro comandante que era la película. Había que plegarse a ella y, con las escenas que nos habían dicho, crear esa música para que, con los actores y lo que esté sucediendo en la película, te lleve a producir la emoción que el director quiere. Ha sido un trabajo muy bonito ir entregando ideas y recogiendo ‘feedback’ durante meses. Y terminamos dándole forma como un alfarero, poco a poco, hasta que teníamos las piezas acabadas, las grabamos y están ahí. El disco físico tendrá las canciones que hemos compuesto para la banda sonora, pero también aparecen un montón de clásicos de la época de Los Chichos, Las Grecas, Smash, Los Canarios…

–Es Derbi Motoreta’s 2.5.

–No es un disco nuestro, es la banda sonora. Además incluye diálogos, a lo Tarantino, y arranca la canción. Ese tipo de rollo es el que hemos intentado hacer con la banda sonora. Hay composiciones nuestras más las de otros artistas.

–Volviendo a ‘Hilo negro’, habéis comentado que sin el parón por la pandemia hubiera sido un disco completamente diferente. Espero que el cambio fuera para mejor, porque a veces tener demasiado tiempo y pensar de más también es negativo.

–Es la típica arma de doble filo. Tener más tiempo te puede venir bien o mal. La clave es irte conociendo como creador, y de alguna manera saber cuándo tienes que dejar una cosa. La historia de esto es saber ponerle la oreja a la obra en lugar de a ti. Si lo haces, la obra te habla, te dice lo que quiere, cuándo tienes que dejarla en paz, si necesitas darle una vuelta más… Por eso, tengas más tiempo o menos, la obra te va a decir «hasta aquí». Si estás pendiente de ti, lo mismo la obra ya está acabada, pero tú quieres hacer una virguería más, porque quieres meterla como sea y no le hace falta. Ahí es cuando tienes más tiempo y la puedes cagar. Es un diálogo entre los creadores, que somos nosotros, y la obra. Llega un momento en que te dice «yo ya estoy», «a mí dejarme ya en paz» (risas). Entonces, la canción está ya terminada.  

 
 

–En el disco se incluye la segunda parte de ‘Somnium Igni’. ¿Habrá tercera parte como ‘The Unforgiven’ de Metallica o hasta nueve como ‘Shine on your crazy diamond’ de Pink Floyd?

–En principio no. El concepto de ‘Somnium Igni pt. 1’ y ‘pt. 2’ surgió mientras estábamos remezclando el primer disco. Apareció la idea, pero no nos daba tiempo a acabar el tema, desarrollarlo y grabarlo. Así que lo pospusimos para el segundo disco. Y no habrá tercera parte porque se cierra el círculo. De alguna manera estos dos discos, aunque uno no sea la prolongación del otro, sí es cierto que están hechos con una energía muy parecida. Nadie se ha ido a la India dos meses para meditar ni ninguna cosa rara. Lo hemos hecho con la misma metodología que el primero. Pertenecen a una misma capa de la cebolla. Ya con el tercero sí que se experimentará con otras movidas, se andarán otros caminos, y ya se cerraría esa parte energética. Lo mismo hacemos el Camino de Santiago (risas).

–Os pilla más a mano que la India.

–Claro, y es más barato. Y espiritualmente es lo mismo.

–¿Cómo es vuestro proceso creativo? Las canciones surgen a partir de un riff, una melodía, una idea loca para la letra sobre la que improvisáis…

–Nosotros no le ponemos puertas al campo. A nivel creativo, nos gusta tener bastante libertad y las canciones pueden llegar de cualquier sitio, desde un riff, de una ‘jam session’ en el local, de un concepto que se le ocurre a alguien… De las 20 flores que tienes en el jardín, hay una que brilla un poco más, pues agarras esa, la cambias de maceta y esa plantita va creciendo, y eso son las canciones. Vamos tirando de ese germen de idea y desarrollando la canción a nivel musical. Y cuando ya está casi todo terminado, es cuando le solemos meter la letra. Es el último proceso.

–¿Y cómo se añade la letra, que también es de lo más llamativo en el grupo, al mezclar lo kinki y de barrio con otros componentes más poéticos y evocativos?

–Las letras queríamos que no fueran dictados, que no contaran cosas completamente cerradas, de un tipo que se ha levantado por la mañana y ha salido y se ha encontrado con otro. Queríamos que complementara la música. Hemos tirado por la poesía, por la metáfora, y cogemos un montón de letras antiguas flamencas anónimas y se meten por ahí en medio, entre un verso y otro. Ese elemento onírico. Nuestra música la pensamos así, incita al viaje, a ponerte los cascos e irte a la galaxia que quieras. Las letras terminan de poner suelo a la nave.

 
 

–Lo que parece evidente es que en ‘Hilo negro’ las canciones son más contundentes, con la voz de Dandy Piranha por encima de todo e incluso coqueteos con la electrónica.

–Más que por encima, está en el sitio en el que debe estar en la canción. El primer disco era parecido, con un mismo torrente energético, y este segundo va más a lo extremo. Lo más duro suena más duro, y cuando nos venimos abajo, lo hacemos con más profundidad. Al tener más espacio, está todo muy apretado y la voz suena como lo tiene que hacer en esta banda. Hay otras en las que es cierto que está más enterrada. Eso depende de cada uno.

–Es una voz muy particular y, por eso, os comparan con Triana y Medina Azahara.

–Cada uno hace su marco de referencia con lo que tiene. Cuando alguien dice que te pareces a algo, está hablando más de él mismo, que de ese algo. Muchas veces nos dicen que nos parecemos a un grupo, y a lo mejor no lo hemos escuchado en nuestra vida. Pero en tu marco referencial, a ti te recuerda a eso. Medina Azahara, por ejemplo, no es un grupo que hayamos escuchado, pero si hay gente a la que les recordamos, estupendo, como si es a The Who, Led Zeppelin o a Guns N’ Roses. En las comparaciones, lo que comenta Manolito de Antonio, dice a veces más de Manolito que de Antonio.


Nuestra música incita al viaje, a ponerte los cascos e irte a la galaxia que quieras. Las letras terminan de poner suelo a la nave
— Gringo

–Al igual que Niño de Elche y Toundra formaron Exquirla, ¿sería posible ver a DMBK con otro cantante radicalmente distinto? Uno heavy, por ejemplo.

–Somos gente muy creativa y artísticamente abierta. El proyecto de la película nos lo hemos tomado como una colaboración artística. Como si hiciéramos una canción con otro artista. En este caso, se trata de música para una disciplina diferente a la nuestra, el cine. Estamos abiertos a cualquier cosa. Estuvimos grabando con Rocío Márquez, por ejemplo, una versión de Camarón… y funciona. No estamos cerrados a hacer colaboraciones, mezclas de bandas y cosas bizarras. Nos encanta meternos en ‘fregaos’.

–Fernando Navarro, de ‘El País’, escribió en 2019 un artículo sobre por qué Derby Motoreta’s Burrito Kachimba iba a ser la próxima gran banda española. ¿Creéis que habéis cumplido las expectativas? ¿Cómo os tomáis ese tipo de cumplidos?

–Supuso un flipe. Ese día recuerdo que estábamos en Madrid y, de repente, nos llegó por WhatsApp y pensamos «esto qué es, no veas qué se ha fumado Fernando para decir esto». Ojalá sus palabras sean ciertas. Estamos trabajando no para ser la siguiente gran banda española del país, sino para seguir haciendo discos y giras, que al final es lo que nos gusta: tocar, tocar y tocar. Si somos la siguiente banda de lo que sea, maravilloso, y si no, también.

–Luego también está la parte negativa, esas crónicas y críticas a cuchillo.

–Cuando todo el mundo viene a decirte lo bueno que eres, no tiene la verdadera dimensión, pero cuando encuentras a gente que te dice que eres una mierda, que estás copiando a no sé quién, ese es el indicativo de que está pasando algo, y de que la música que haces, le llega a la gente. Fíjate la que le cayó a Rosalía por todos lados.


Estamos trabajando no para ser la siguiente gran banda española del país, sino para seguir haciendo discos y giras, que al final es lo que nos gusta
— Gringo

–En el término medio está la virtud, como decía Aristóteles.

–Sobre todo hay que tener criterio interno. No puedes estar pendiente de la opinión del otro. Debes tener una opinión lo suficientemente coherente y real como para no estar pendiente de nadie. Lo que tú eres no depende de lo que el otro ve en ti. Nosotros, tanto los halagos como las críticas nos los tomamos del mismo rollo. Me da lo mismo que me digan que el disco es increíble o que es una puta mierda. Yo sé en mi foro interno que hemos hecho un disco guay, y eso es lo que nos importa.

–¿Qué planes tenéis para 2022?

–Nuestro objetivo es cerrar la gira de ‘Hilo negro’ en Madrid el 11 de diciembre en La Riviera, que están volando las entradas, y hacer un concierto de la hostia con todo el mundo de pie. Y que acabemos todos en pelotas y en una macroorgía. Sería muy bonito (risas). Para el año que viene sí estamos viendo la posibilidad de mover la banda fuera de España. Queremos ver si es un proyecto que igual que ha cuajado aquí, lo puede hacer fuera. Girar por Europa, y en cuanto se abra la veda, cruzar el charco y hacer las Américas, a ver qué nos encontramos allí. Tenemos mucho ‘feedback’ de gente de México, Argentina y California, que nos escriben mucho por redes y nos preguntan cuándo iremos para allá. Lo estamos deseando. Nuestro sueño es esa gira de los grupos míticos, de montarse en un avión y tirarse seis meses dando vueltas por el planeta tocando. Ese es nuestro sueño más húmedo.

–El de todos.

–(Risas) Claro.

–Y como pregunta extra, ¿cuál es el último disco que has escuchado del tirón?

–El ‘Sticky fingers’ de The Rolling Stones. Me gusta mucho ponérmelo para limpiar. Me da buen rollo. Cuando voy por ‘Wild horses’ ya tengo la casa limpia.