A propósito de Dave: la música como salvadora de vidas

 
DG

En la vida hay dos momentos en los que uno tiene un mayor riesgo de tirar la toalla, olvidarse de todo lo que le rodea y entender que lo que le ha llevado hasta donde está significa haber hecho tope. Sin embargo, los dos casos son muy diferentes. Uno es el que se ve dentro de un pozo oscuro, con solo fango que le ahoga alrededor y nada de luz al mirar hacia arriba. Es muy probable que conozcas ese sentimiento. El otro es muchísimo más agradable. Es quien ha alcanzado la cima de una montaña gigante, subida con mucho esfuerzo y pundonor a través de los años y, al llegar arriba, se da cuenta de que lo que le queda es bajar. Es cierto que la comodidad de la cima es bien distinta a la del pozo, pero el efecto psicológico bien podría ser comparable. Y en la música, a mi modo de ver, no hay mayor cima que la conexión con el público.

Este texto iba a ser una relación de anécdotas de Dave Grohl a propósito del nuevo disco de Foo Fighters, ‘Medicine at midnight’. Iba a escribir sobre cuando cocinó para los bomberos que combatían los incendios en California en 2018, la vez que se rompió la pierna en directo y, aun así, terminó el concierto, la gira que hizo por garajes de fans por toda América o la épica batalla de baterías con una niña de diez años. Pero revisando su vida me he topado con un puñado de historias que me han conmovido y me han hecho pensar hasta qué punto la vida de la gente puede llegar a cambiar por el momento de inspiración de otra persona a la que no conoces. Cómo de la soledad de la composición puedes llegar a emocionar a millones y millones de personas.

Los mineros de Beaconsfield

Pensemos por un momento las posibilidades que existen de que esta historia suceda. En 2006, en Beaconsfield, Australia, un derrumbe en una mina sepultó a 17 mineros, de los cuales 15 fueron rápidamente rescatados. Otros dos, Todd Russell y Brant Webb, en cambio, pasaron dos semanas atrapados dentro de la cueva a casi un kilómetro de profundidad hasta que se les pudiese liberar. Durante los primeros cinco días, cuando no se sabía si seguían vivos, sobrevivieron con un poco de comida que tenían en los bolsillos y chupando el agua de las paredes que se habían convertido en su prisión.

Ese quinto día, el equipo de rescate les encontró y pudieron entregarles alimentos y agua que les mantuvieran con vida durante el proceso de rescate, que sería largo y laborioso. Las rocas les tenían atrapados y abrir el espacio necesario para poder sacarles llevó a las autoridades dos semanas más. Pero los dos mineros pidieron algo más aparte de los sustentos básicos para vivir, porque no se trataba solo de eso, sino de sobrevivir, y para ello la mente y el corazón juegan un papel tan básico como el que pueden cubrir el comer, beber y respirar. Pidieron un iPod con la discografía de Foo Fighters.

¿Qué se puede llegar a sentir ante algo así? En tus antípodas, dos personas al borde de la muerte pidieron tu música para poder hacer frente a momentos que difícilmente pueden ser más angustiosos. La historia llegó a oídos de Dave Grohl, que les envió un mensaje dándoles ánimos y dejando pendiente una invitación y unas cervezas cuando todo acabase. Al año siguiente, Foo Fighters estrenaron en un concierto en Sídney la canción instrumental ‘The ballad of the Beaconsfield miners’, delante de ellos.

Todd Russell y Brant Webb, atrapados dentro de la mina de Beaconsfiled.

Todd Russell y Brant Webb, atrapados dentro de la mina de Beaconsfiled.

El caso de Ken Powell

Los mineros representan el máximo al que un fan puede llegar. Has vivido un momento complicado, lo has salvado con la música de tus ídolos ayudándote, has podido llegar a conocerles e incluso han dedicado una canción a toda esta historia. Ken Powell es un caso distinto. Durante un vuelo en mitad de una gira, un asistente se acercó a Dave Grohl al reconocerle entre el pasaje. Le comentó que tenía un amigo con cáncer terminal que había hecho una lista de cosas que hacer antes de morir, una ‘bucket list’, que incluía ver a Foo Fighters en directo una última vez y, dado el caso, conocerles en persona.

De hecho, hacía unos meses había comprado un pase de ‘meet and greet’ para un concierto de la banda, una de esas entradas VIP que cuestan un ojo de la cara y que te da acceso a pasar unos minutos con el grupo en el ‘backstage’. Sin embargo, el concierto fue cancelado. Dave envió una foto a Ken y le mandó entradas para su próximo ‘show’ en Los Ángeles, donde se conocerían y cumplirían su sueño pendiente. Pero la vida es amarga y la enfermedad no entiende de deseos. Ken Powell falleció semanas antes del concierto. Su hija escribió en Facebook que sí pudo tachar una última línea de su ‘bucket list’: escuchar la versión acústica de ‘My Hero’ de la banda en su lecho de muerte.

Dave Grohl saludando a Ken Powell en mitad de un vuelo. Ken, devolviendo el saludo.

Dave Grohl saludando a Ken Powell en mitad de un vuelo. Ken, devolviendo el saludo.

El niño ciego entre el público

Durante un concierto en 2018, a Dave Grohl le pareció ver en las primeras filas una imagen inusual. Un padre cargaba con su hijo a hombros, con cascos y una actitud un tanto extraña. Paró la canción que estaban tocando y pidió a seguridad que sacasen al niño y al padre del público y le subiesen al lateral del escenario. Ese niño se llama Owen Anderson y se supo después que su vida no había sido sencilla. Nació a los cinco meses de gestación y los médicos le dieron un 5% de posibilidades de sobrevivir. Quedó ciego y desarrolló autismo y la enfermedad de Crohn.

En mitad de las complicaciones de su existir, sus padres se dieron cuenta de que Owen reaccionaba positivamente a la música. Cada gira importante que pasaba por su ciudad, su padre hacía esfuerzos para que el chaval viviese un momento que le hiciese abstraerse de sus problemas. Aquella noche, Dave Grohl no sabía nada, tan solo hizo un acto de buena persona. Algo tan infravalorado en nuestro día a día. Sobra decir que el niño disfrutó como nunca y los padres vivieron un momento difícilmente superable cuando le dijeron a Owen que la persona que le estaba hablando y le dejaba tocar su guitarra tras el ‘show’ era Dave Grohl.

Arriba, Owen Anderson con sus padres. Abajo, Dave Grohl junto a Owen y su padre.

Arriba, Owen Anderson con sus padres. Abajo, Dave Grohl junto a Owen y su padre.

¿Cómo puede gestionar alguien una historia así, que le une íntimamente con personas para las que su obra es tan importante? Un hilo de unión invisible del que una parte es absolutamente consciente de su existencia hasta el punto de hacer que su vida gire en torno a ella, mientras la otra la desconoce por completo en el 99,9% de los casos.

No quiero acabar de escribir este texto sin acordarme de los que no son Dave Grohl ni probablemente lo serán jamás. Lo grande de la música es que una vez que la creas, no sabes a quién puedes ayudar con ella. No importa si tocas en Foo Fighters o lo haces en una pequeña sala para treinta personas. Los referentes pequeños son tan o más importantes que los enormes. Y tú que estás leyendo esto, seguro que tienes frases de canciones de grupos pequeños que te llegan a lo más dentro del alma y te descomponen cuando las escuchas en directo. Sin mina ni enfermedad terminal de por medio, somos muchos a los que la música nos ayuda a seguir adelante en momentos difíciles. Canciones, discos o versos a los que nos agarramos cual salvavidas en mitad de un hundimiento.

Y los artistas, intocables en muchas ocasiones, accesibles en muchas otras más, deberían cada día dedicar un momento a pensar en esa paradoja que es la cercanía a pesar de la distancia. Llegar a comprenderla y valorarla le dará combustible para seguir adelante creando, sin importar lo lejos que se encuentre de la cima.

Arriba, Dave Grohl, solo en el estudio. Abajo, en un concierto de Foo Fighters.

Arriba, Dave Grohl, solo en el estudio. Abajo, en un concierto de Foo Fighters.